



Llegaron de Cuba hace menos de un año. Ambos rozan los sesenta y son sencillos y educados, buenas personas también. Felices, muy felices porque fueron reclamados por su único hijo y al fin pudieron juntarse luego de varios años. El vástago les compró un seguro de salud para que pudieran chequearse. Yo los recibí en consulta y les ordené exámenes. El colesterol un poco alto, algo de prediabetes él. La radiografía de pecho, extraña. El hombre fue fumador alguna vez. Le ordeno un CT scan de tórax con contraste. Ayer revisamos el resultado. Le dije a las muchachas de front desk que lo contactaran con urgencia. Vinieron ambos con su hijo. Dar este tipo de noticias nunca es fácil. Se encontró una masa de 3×3 cms en el pulmón izquierdo compatible con un carcinoma, además de un linfonodo vecino metastizado. Nada es tan terrible como la certeza de la proximidad de la muerte. Se abrazaron, lloraron, fueron estoicos… Les dije que el diagnóstico definitivo lo daría la biopsia por broncoscopía, que la vida nos ponía por delante batallas que necesitaban ser libradas y bla bla bla… pero nada puede paliar el dolor del final. Es imposible tasar el alma humana si no se es testigo de momentos como estos.
La motorina es el nuevo signo de la decadencia y la pobreza del otrora gran Miami.
Conocí a Emilio Ichikawa en el año 2006, durante aquellos tiempos tremendos de la “blogosfera cubana”, cuando yo escribía una bitácora muy crédula y naive (lo que creamos siempre es reflejo de lo que somos, en este caso específico, de lo que fui) bajo el seudónimo de Camilo López Darias. Recuerdo que el japonés me invitó a jugar fútbol y luego se hizo habitual juntarnos en casa de Papucho. Precisamente en una de esas reuniones conocí a Armando de Armas. Antes me había tropezado en el mismo lugar con gente como Carlos Alberto Montaner, Alina Fernández, Omar Santana y tantos otros. Eran tiempos en los que la quimera de la caída del castrismo era aún una especie de reallidad palpable. (Cuanta ingenuidad. La maldad es incombustible, sobre todo cuando cuenta con la complacencia de todo y todos)
A Armando de Armas lo conocí cuando ya había comprado en la librería del gordo Salvat su Mitos del Antiexilio, un librito pequeño pero sustancioso que establecía desde entonces una tesis conocida pero no muy comentada entre los círculos de cubanólogos y especialistas de la época: el peso excepcional del anticastrismo político estaba permeado y constituído desde siempre por la izquierda socialdemócrata que había regido los destinos de la isla desde su independencia. Enfrentarse, para un lector serio, a una sentencia de tal envergadura, no es más que una invitación a pensar y repensar los acontecimientos de la historia de la República, lo que nos lleva a su vez a establecer razones que expliquen el advenimiento del castrismo.
El fallecido historiador Antonio de la Cova realizó un excelente trabajo como archivero, recopilando todas las comunicaciones que se establecieron entre la embajada norteamericana de La Habana y el Departamento de Estado en Washington desde los años previos a la revolución del 33 hasta poco después del triunfo del castrismo. Leer tal tipo de información de primera mano me ayudó a derribar ”mitos” fundacionales como el del voluntarismo estoico y solitario del castrismo, o el de Batista como el “hombre fuerte de los americanos”, o aquel que establecía que el comunismo criollo fue antimachadista casi desde el inicio, entre tantos otros. Probablemente jamás habría descubierto la valiosa información de de la Cova sin el Mitos de Armando de Armas.
Hay obras que son determinantes en el entorno intelectual y personal de cada uno de nosotros. De cierta forma, lo que lees modela también en buena medida lo que serás y lo que eres. A mí me han influido desde aquel libro infantil que mi maddre me compró en la librería de Colón algún verano caluroso de finales de los setenta y que aún recuerdo con cariño (Jorgito el Goloso) hasta los textos más profundos de un Nietzsche o de un Kozick, pasando por toda la obra de Eco o por El Maestro y Margarita de Bulgakov, o por las dos obras cardinales de George Orwell o por la literatura de K Dick o por la cuentística, los ensayos y poemas del maestro Borges (lo he leído completo!) o toda la obra noir de Dashiel Hammett, Raymond Chandler, James Mallahan Cain y Norm McDonald… el propio Faulkner… Pues bien, dentro de mis influencias es válido citar a Mitos del Antiexilio del maestro y amigo Armando de Armas como una obra vital, porque despertaría mi curiosidad intelectual desde una perspectiva iconoclasta y ayudaría en cierta forma a modelar la visión que tengo sobre ciertos tópicos mundanos. A ustedes les digo: lean el Mitos del Antiexilio y oblíguense a sí mismos a no ser crédulos ni complacientes. Me lo agradecerán con creces.
“Entonces te toca medialuna”
Ani y yo fuimos anoche al teatro Trail para ver una obra muy simpática y muy cubana que se titula Zorras y que está protgonizada por cuatro excelentes actrices. Pero antes pasamos a comer por el mítico Versailles, que se encuentra a un par de cuadras de allí y lo que encontramos fue la pesadilla de la decadencia. La host, una centroamericana de no muy buen aspecto chateaba por FaceTime con alguna conocida mientras turistas “gringos”, asiáticos e hindúes hacían cola esperando que los ubicaran. No demoramos en entrar, pues si ustedes conocen el lugar sabrán que es inmenso y que acomoda a cientos de personas.
Una vez adentro nos atendió un cubano que debe de estar prácticamente acabado de llegar (el desinterés de la mano de obra disponible es cosa nueva y muy notoria en estos tiempos oscuros que vivimos). El tipo, sin haber traído la carta nos preguntó que qué queríamos ordenar. Sin una gota de educación, el personaje parecía haber salido de las páginas del manual de instrucción revolucionaria del comité central, un absoluto desparpajo y “obstine” lo guiaban como la luz divina a los apóstoles tras la muerte de Jesús.
Detrás nuestro un par de señoras peruanas, de visita en la ciudad, intentaron que el tipo les explicara el menú de sandwiches. Entre el hecho de que más de la mitad de lo requerido por la señora no estaba disponible y la otra mitad consistía de panes más duros, el intercambio se volvió insostenible. “Pero mijito, tengo dentadura postiza y sólo puedo morder pan suave”. “Entonces te toca medialuna!!” El tipo se dio media vuelta, “frió un huevo” bien sonoro, hizo un mohín de desdén y dio por terminada la charla y el pedido.
Una vez que Ani y yo nos hicimos de la carta, hicimos el pedido de la cena. Exactamente la mitad de lo que ordenamos, estaba en falta. “No tenemos, no tenemos, no tenemos” repetía el tipo con cierta compacencia. Eso sí, los precios continúan increíblemente bajos como en los buenos tiempos del malvado Trump, cuando cualquier “zarrapastroso“ podía darse el lujo de comer opíparamente por un precio más que razonable, algo prácticamente imposible en el Miami (y en el USA) de hoy.
Ya hacia el final de la comida cuando esperábamos para pagar la cuenta, a la señora peruana de nuestras espaldas se le ocurrió increpar al mesero por un café que había pedido. “Se le olvidó que le pedí un café cubano? Llevo mucho rato esperando”. A lo que el tipo respondió, dejándonos azorados y con la boca abierta a mí y a Ani “Señora, yo no me he olvidado de su café. Pero usté no es mi única cliente. Mira cuántas mesas yo atiendo. Cuando yo pueda se lo traigo”. Y chirrín chirrán, asunto concluido. A pesar de la pobre atención en algunos lugares regentados por cubanos en el sur de la Florida, jamás habíamos llegado a un punto tan bajo. El final, amigos míos, ya está aquí entre nosotros.
Un escritorzuelo local, antiguo dirigente cultural en la tiranía castrista, mientras repleta de hielo su vaso con cerveza, le dice a sus amigos de una isla vecina que agradezcan que la izquierda jamás gobernó por esos lares. El escritoezuelo de marras comete dos errores. En primer lugar la nación a la que se refiere ya ha sido presa de las izquierdas folclóricas y malvadas, por supuesto. En segundo lugar, hacer una afirmación de tal calado, como si se tratara de una palabra de aliento proveniente de un abuelito sabio, o es una muestra de ignorancia, o de una hipocresía vergonzosa. El tipo no sólo fue un militante de izquierdas, según quienes lo conocen, sino que sigue compartiendo cada uno de los postulados, al pie de la letra, del zurdaje ideológico que rige los destinos hoy en día. Hay que ser careguante!
Es cierto, la invasión canelónica ha remecido a Miami y otras grandes ciudades norteamericanas en los últimos tiempos. Pero ya aquí, en el sur de la Florida, somos expertos en acumulación de detritus desde hace un buen rato. O por qué creen ustedes que por ahí deambulan los Simplicios Magnus y Dientes Picáos de esta vida como Pedro por su casa? La diferencia es que los canelonios usan pullovitos apretáos como marca personal, y los otros un libraco de su propia autoría (editados por ellos mismos en Amazon) bajo el sobaco!
El trabajo que más me ha enseñado sobre la naturaleza humana no ha sido el de la medicina ni el de repartidor de pizzas ni el de ayudante de mesero ni el de recogedor de muestras de laboratorio ni el de técnico de farmacia ni el de repartidor de periódicos ni el de case manager ni el de ser paupérrimamente pobre en Cuba…
El trabajo que más me ha enseñado sobre la naturaleza humana fue aquel que tuve en el Homestead más recóndito cuidando y alimentando monos rhesus en un centro de experimentación.
Me levantaba a las 5 de la mañana y llegaba aún de madrugada. Me ponía el uniforme que consistía en un scrub relavado y una botas inmensas de goma y atravesa un yerbazal repleto de sapos gigantes hasta llegar a la planicie donde unas 30 jaulas espléndidas (mini ciudades) me esperaban. Comenzaba a echar agua con mangueras especiales de presión antes de las 7 am, paraba unos 30 minutos a eso de las 10 y repartía comida en una carretilla a los animales (humanos?)
Retomaba el lavado hasta la 1 pm, que era el horario de almuerzo. Que clase de canina para entonces! Terminaba empapado de pies a cabeza y tenía que secarme con la brisa o con el sol. El resto de la jornada hasta las 4 consistía en volver a alimentar a los monos (al principio no alcanzaba el tiempo para terminar el lavado y palear la mierda, pero con los meses me volví un especialista), observarlos y aprender. Cada jaula era una comunidad distinta: simios casi acabados de nacer, adolescentes, hembras o machos jóvenes, familias, viejos, guapetones, cobardes…
Nada se parece más a un humano que un mono rhesus… o viceversa. Ya les hablaré más adelante un poco de esto.
Un par de años después de llegar a los Estados Unidos conseguí mi primer trabajo de “oficina” (estuve unos meses de técnico de farmacia en las Navarro, pero eso no cuenta). Era en una agencia de enfermería donde me encargaba de hacer quality assessment y manejar casos clínicos. No sabía nada del tema, pero tuve un excelente profesor en Rafael Rosado, un negro portorriqueño que se sabía todas las triquiñuelas técnicas del oficio. Pues bien, recuerdo la primera tarde que salí de la oficina y manejaba por una atestada calle 8 a la altura de Little Havana. Iba en mi viejo Ford Taurus con la ventanilla baja, recibiendo el aire del ocaso, escuchando una vieja emisora clásica de aquel entonces (2007, antes de la apoteosis del smart phone) y por primera vez sentí que la vida se normalizaba y que podía camuflarme entre la gente y la cotidianidad de mi “nuevo” terruño sin problemas. Desde ese día, creo (y a pesar de haber vivido posteriormente en Texas por motivos profesionales) juro y perjuro que nací en Miami (la yuma), aquella tierra mítica y soñada que hoy apenas si existe.
(Ver morir, por partida doble, el lugar que amas, es una experiencia horrenda)
Ha muerto mi estimado amigo Juan Felipe Benemelis. Me he enterado esta mañana. Ya sabía previamente de su condición. De más está decir que la tristeza me invade (me ha pegado un gaznatón soberbio). Lo vi hace poco tiempo durante la Convención de la Cubanidad, donde nos pusimos al día. Nos respetábamos muchísimo intelectualmente. Era un gran tipo y un gran estudioso y pensador. Lo echaré de menos, como todos. Su obra inmensa quedará, a la espera de ocupar el espacio que merece. Ya nos tropezaremos nuevamente! Mis condolencias a la abnegada Irma E Sanchez y al resto de sus familiares.
It’s coming…
Esta tarde fui a buscar a mis hijos a la escuela y aproveché para escuchar la radio. Sintonicé el programa de Agustín Acosta, como hago en ocasiones. Acosta, de más está decirlo, es un periodista conservador y bastante serio en sus análisis e interpretaciones. Sin embargo, escucharlo esta vez fue corroborar el horror de que la gente no acaba de comprender absolutamente nada. Y esto no sólo es una cosa triste sino también y, sobre todo, preocupante.
Agustín imagina un mundo donde aún perdura el mercado como motor principal y esencial de las acciones de los hombres, gobiernos e instituciones. Cree que a una super compañía como Twitter le interesa perder puntos en la bolsa y que, en base a eso, corregirá el rumbo de sus decisiones. ¡Cuánta inocencia!
Sigue atrapado en el ya anacrónico esquema de la antigua guerra fría y del choque de las ideologías clásicas de finales del siglo diecinueve. No alcanza a visualizar que los oscuros episodios de estos meses trascienden cualquier atisbo posible de la historia pasada.
También dice Acosta que en las elecciones venideras el partido republicano recobrará las cámaras legislativas y luego hasta la propia casa blanca, y entonces hará pagar a los demócratas (desde la propia ley) tanta desidia y bla, bla, bla, bla… y así hasta el infinito.
Mientras la gente no acabe de comprender que las reglas han cambiado, que la crisis constitucional en los Estados Unidos sería sólo reversible a través de una violencia irredimible (tal y como acontece a lo largo de la historia cuando las épocas transmutan), que el peligro más atroz no sólo acecha sino que ya mora entre nosotros entonces, mientras la gente no acabe de comprender tanta simpleza, la cosa estará (mañana mismo) aún más jodida.
Existe un editorzuelo en nuestro patio, (hombrecillo que se alimenta como sanguijuela hambrienta de los grants del gobierno federal), que ha sostenido durante los últimos años la teoría de que vivimos en un mundo irreal donde unas computadoras gigantes controlan nuestros sentimientos, nuestros sueños y nuestras acciones. (La idea la copió de los hermanos Wachowski y no de Platón ni de Philip K Dick, que el tipo no da para tanto).
Pues bien, nuestro hombrecillo de marras desde el gran fraude hasta estos días se la ha pasado ofreciendo camisas de fuerza a todos quienes desconfían del resultado electoral. Los acusa, nada más y nada menos, que de “conspiranoicos”.
En tiempos más normales e inocentes estaríamos hablando del tremendo frío que está haciendo en Miami…
Carlos Alberto Montaner, desde su adhesión al «bidenismo» puro y duro, no ha hecho otra cosa que replicar el discurso más anti-liberal posible (liberal en términos de Locke): el de la llamada “justicia social crítica “, que no es más que neomarxismo cultural, interseccionalidad o como se le quiera decir. ¡Que lejos flota aquella caricatura del CAM antiestatista y pro-capitalista de los tiempos de George W. Bush!
Señores, el guaniquiqui es importante y asegurar una vejez decente y tranquila es una prioridad para cualquiera. Les digo esto porque acabo de escuchar a Carlos Alberto Montaner, con voz agotada por el tremendo peso de los años y la ponzoña irreversible del Parkinson asesino, aleccionando a votar a favor de Joe Biden y Kamala Harris, que «no son socialistas». Miami, señores, se ha convertido en un circo, gracias sobre todo a las necesidades de personas y empresas. (Bueno, es algo que pasa en todas partes, en realidad).
Por cierto, escuchando emisoras AM locales en español e inglés me he percatado de que las propagandas a favor de candidatos demócratas supera a los del elefante en proporción de 6 a 1. Al menos ya sabemos de qué lado se encuentra el billete gordo.
Nota: A CAM le corresponde todo el derecho del mundo a expresar su apoyo por quién quiera. Pero eso, lo sabemos, no es una novedad ni un acto de valor inclaudicable, como algunos pretender hacer ver. Mi punto es otro.
Un amigo, hermano y colega que se encontraba evaluando a pacientes de Hospice en un gran Assistance Living Facility en Miami Beach ayer por la tarde me llamó muy consternado hacia el ocaso para contarme que, conversando con varias ancianas en el lugar, salió el tema de las elecciones a relucir. Mi amigo les preguntó, entonces, si ellas ya habían votado. Todas respondieron alegremente que sí. «¿Y por quién votaron, si se puede saber?» «Ay, Doctor, por el viejito olvidadizo, el flaquito… ¿cómo es que se llama? Biden, ése mismo». «¿En serio? Pero ¿por qué? Ese viejito no es cosa fácil». «¡Ay, mijo, nosotros no sabemos nada de eso. Las enfermeras nos llenaron a todas las planillas y nos dijeron que teníamos que votar por el flaquito porque el otro es loco y quiere que todos los viejos nos muramos».
Ya ven, amigos míos, una de las variantes de cómo es que se establece el fraude electoral. La historia, por cierto, es absolutamente cierta.
Nota: Cada uno de esos ALF tienen entre 300 y 400 votantes activos. Así que ya saben…
Cuando la llamada primera ola del Coronavirus “azotó” al condado Dade, se iban a configurar hospitales de campaña que, eventualmente, evitarían la saturación de los servicios sanitarios. Yo iba a formar parte de un team médico que jamás se llegó a estructurar porque no hizo falta. Ni los hospitales se sobresaturaron (el Baptist, el Kendall y el propio Jackson siguieron funcionando a la misma capacidad de siempre), ni las morgues se desbordaron, ni hubo tampoco que recoger muertos por las calles.
De hecho, las cifras dadas a nivel local no son reales: entre un 30 y un 40% de los numeritos, están inflados por la manera en que se codifican los casos. El propio gobierno lo admitió por mediación de la doctora Birx. Muy bien, ahora están hablando de una segunda (e inexistente) ola. ¿Nos volverán a hacer el ofrecimiento de mandarnos a un hospital de campaña pagándonos muchísimo dinero, como la primera vez, o los organizadores volverán a morir del desengaño?
PD: el virus existe, es una realidad. Y es muy peligroso para ciertos grupos etáreos. En las circunstancias adecuadas puede ser letal. Pero… no se justifica paralizar al mundo ni obligar al uso de máscaras por doquier. Los costos de tanto desatino ya son terribles.
Quien ose desacreditar a nuestro dios Otaola, que está a punto el sólo de derrotar al castrismo (a lo sumo una semana, antes de que pidan la rendición desde labana) es un traidor a la causa sacra de los mambises y de juan manuel cao! Ave Otaola, los que vamos a morir te saludamos!
Pd: Quicutis y Descemer son los otros dos integrantes de nuestro Olimpo sagrado. A ellos nos debemos.
(Y la loba feroz no era tan feroz como la pintaban…)
La señora Ileana Ros Lethinen, tras su retiro del Congreso, se ha enrolado como senior advise de la compañía Akin Gump, un consorcio encargado (entre otras cosas) de promover negocios norteamericanos con la dictadura castrista.
“Akin Gump Strauss Hauer & Feld LLP has a long history of counseling businesses engaging in authorized trade with Cuba, as well as involvement in nongovernmental organizations with a particular interest in promoting change in U.S. policy and economic engagement with the country».
Así que ya saben, nada suele ser como aparenta. Somos simples peones…