
He visto una vez más, luego de treinta años, Cat People, la cinta de Paul Schrader, sólo para volver a comprobar que no hubo presencia más poderosa frente a las cámaras que la de Nastassia Kinski, aquella Brandon mujer. Las cuatro patas de la mesa que ayudaron a fomentar el mito generacional de la Kinski como una fuerza de carisma salvaje fueron Tess (1979) de Polanski, One from the Heart (1981) de Coppola, la propia Cat People (1982) de Schrader y la inolvidable Maria’s Lover (1984) de Konchalovsky. Antes de la Kinski, algunas. Luego de la Kinski, pocas.
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