Vi este fin de semana el documental “Superhuman, The Invisible Made Visible” que Amazon Prime tiene aún en su parrilla, por recomendación cercana. La pieza, basada en investigaciones científicas en el campo de la bioquímica, de la fisiología y las ciencias médicas, de la física y la metafísica, (como una prolongación de las indagaciones de Wilhelm Wundt) llega a una conclusión que yo comparto desde hace mucho: La conciencia prima sobre el universo físico.
La conclusión no es sencilla en lo absoluto, y da pie a que teorías como el “matrixmo” e incluso la reencarnación puedan estar sobre el tapete de cualquier discusión existencial. Pero ninguna, a mi entender (aunque en la obra de marras no se haga demasiado hincapié) cobra más relevancia que la de la vida tras la vida, lo que terminaría por dilucidar el misterio que rodea al fenómeno de la “muerte”.
El individuo trasciende el espacio físico… estamos todos conectados por una energía que trasciende las reglas de la comprensión común… Hay mucho del positivismo fisiológico de los libros de autoayuda en afirmaciones como estas. Y es que, más allá de certezas o errores, eso que podríamos llamar como voluntad colectiva tiende a ser siempre optimista y poco recelosa del destino. (Para un escéptico como yo, tal realidad es desafortunada). Al final, eso sí, nos queda la certeza de que nada es maniqueo y de que la complejidad es el sine qua non de cada momento y cada vida.
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