Venezuela, Bolivia y USA atesoran un hermoso recuerdo común: sus habitantes se durmieron esa noche (cualquiera) con un presidente prácticamente electo y se despertaron a la mañana siguiente con una imposible vuelta de tablero.
Y es que esto del fraude del 3 de noviembre es el ejemplo claro del ingreso de las sociedades occidentales desarrolladas por la puerta ancha del bananerismo, o la comprobación fehaciente de que, durante lo que va de siglo, el mundo no ha hecho otra cosa que equipararse hacia abajo.